Fuente: Infobae.com
Luego de una travesía de más de 20 días, el 6 de enero de 1962 llegaban al punto más austral del planeta dos aviones DC3 de la Aviación Naval de la Armada Argentina
Fue una hazaña que muchos habían imaginado y que lograron concretar doce marinos argentinos. Las unidades de la Aviación Naval realizaron una difícil ruta de vuelo en sentido inverso sin apartarse del cono antártico y fueron los primeros en arribar al lugar directamente desde el continente americano y, más concretamente, desde territorio argentino.
El itinerario de vuelo
A las 5:48 del 18 de diciembre de 1962, las aeronaves de la Segunda Escuadrilla Aeronaval de Transporte despegaron de la Estación Naval Río Gallegos rumbo al Cabo de Hornos. La etapa inicial de vuelo al Sur concluyó luego de 8 horas 17 minutos de travesía, en parte por el peso que transportaban, pero además por la necesidad de ahorrar combustible. Y llegaron perfectamente a la Base Teniente Matienzo.
El 26 de diciembre, aprovechando la buena meteorología, despegaron para continuar el trayecto hasta la Estación Científica Ellsworth.
El 6 de enero a las 13:05 despegaron rumbo al Sur, mientras se abría a su proa una zona cubierta de grietas enormes. Se encontraban muy cerca del Polo Sur y la zona que sobrevolaban tenia una capa de hielo de casi 3000 metros de espesor.
Eran las 20:45 hora argentina; al iniciar la cuarta pierna de la búsqueda, descubrieron por la amura de estribor unos puntos negros que no pertenecían al natural paisaje antártico. El teniente Grondona, copiloto de una de las aeronaves, giró de inmediato hacia esa dirección donde avistaron el Polo Sur a más de 30 millas. Recién a las 20.15 estuvieron sobre su vertical, y diez minutos más tarde aterrizaban en medio de la mirada complacida de todos los integrantes de la base.
El 6 de enero de 1962, los tripulantes de esos DC3 hicieron historia: fue el primer vuelo hasta el Polo Sur geográfico, con descenso realizado desde América. Y los pioneros eran de la Aviación Naval Argentina.
“Cuando nos dijeron que íbamos al Polo, lo tomamos en broma. La orden era llegar lo más al sur que se pudiera. Empezamos a trabajar en el alistamiento, cada uno en lo suyo. Y perdimos un poco de vista lo que se venía al final”, cuenta el por entonces teniente de fragata Héctor Martini, jefe de supervivencia de la expedición.
“Sentimos algo fuerte cuando vimos flamear nuestra bandera. Era la cuarta en estar ahí. La primera fue la noruega, la segunda la inglesa, en los años 50 llegó la norteamericana y, ahí nomás, la nuestra”, recuerda con emoción quien llegó a ser el contralmirante Martini.
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